Amedrenta a la prensa con sus insultos e improperios, y aún así desea que se lo respete por “ser Presidente”.
Lindo trabajo.
Se lo eligió para ser Jefe del Estado y del Gobierno, para todos los ecuatorianos, dirigir la política interna y externa. Pero qué va. Se dedica a segregar, insultar a descalificar a quienes no piensan como usted.
Terrible.
“Es función primordial del Estado fortalecer la unidad nacional, asegurar la vigencia de los derechos fundamentales del hombre y promover el progreso económico, social y cultural de sus habitantes…” Y adivinen quién tiene que ser el portador de este artículo de la Constitución… ¡Sí, el mismo! Pero no importa, aquí se hace lo que se quiere.
Eso es lo realmente intolerable.
Agredimos y enjuiciamos a quienes no piensan como nosotros. Esa parece ser la ideología central. Pero a quienes realmente debemos perseguir, derrotar (léase bien, no hablamos de personas exclusivamente, sino de la corrupción, la inseguridad, la violencia) no se hace nada. ¡Viva la fiesta! Al resto no le demos ni La Hora!
Lamentable.
Y si hablamos de lo sucedido en pleno Salón Amarillo… Aquella escena del Sr. Emilio Palacio y el Presidente… ¡Cuidado! O nos pueden mandar al palo más largo de la embarcación… Bueno eso ya lo entienden… Usar estudiantes para protegerse de no decirlo ante tanta gente… Escuchar vítores de los alumnos… Y que nadie haya levantado su voz de protesta por aquel desalentador episodio… Ya no hay lugar para el valor y la moral… Q se puede esperar para el futuro.
Bochornoso.
La libertad se está manchando. Está peligrando. Sí, muchas veces la prensa s equivoca y se la critica, pero ¿qué pasa cuando a la prensa se la ofende? ¿Quién la defiende? Porq el Jefe de Estado no. El derecho a la libertad de opinión y a la expresión del pensamiento por cualquier medio de comunicación social, sin perjuicio de las responsabilidades previstas en la ley es un artículo de la Constitución. Aquella Constitución que se quiere cambiar… ¿Para qué? ¿Para quitar ese artículo acaso?
Y no sólo esa forma de libertad de opinión… Aquella libertad de sentirnos en un lugar tranquilo, sin violencia ni ambigüedad. Como esa de decir que no se va a pagar la deuda, pero se la paga igual. Como esa de insultar, agraviar e insultar, y luego pedir respeto.
¿Hasta dónde estamos llegando? Aún así hay que ser valientes. Altivos. Y que el infinito amor por la Patria, que SIEMPRE la hemos tenido nos llame a actuar de gran manera para no permitir que se atropelle contra las personas. No estamos agrediendo la majestuosidad de su investidura, Sr. Presidente… Sólo queremos respeto. Ese mismo que usted quiere.
Y que cuando le digan nuevamente: “Bien hecho, Señor Presidente” sea por algo inmensamente positivo.
¡Abajo los mentirosos!
Justo Empate
Mayo 24 de 2007